En América Latina el crecimiento
pobre de países como Nicaragua se debe a
bajos niveles de inversión y la productividad con que se utilizan los recursos,
con una evolución que ha sido negativa
desde 1991 a 2007. La contribución del capital y el capital humano como factores
de crecimiento al PIB total durante el mismo periodo han sido entre el 0,5% y
0,7% respectivamente, mientras que la mano de obra contribuyo en 1,8% al
crecimiento del PIB (Daude &
Fernández-Arias, pág. 6) .
El mínimo agregado de la
productividad total de factores pueden ser explicados por la deficiente
aplicación de políticas y fallas de mercado que pueden determinar la evolución
de la economía. Pretendemos exponer las limitaciones existentes en el sistema financiero
y que políticas pueden implementarse para mejorar su impacto en la
productividad y su contribución en el crecimiento económico.
El mercado de capital
nicaragüense es incipiente, en la década de los 80s se eliminaron la banca
privada que vuelve a operar a partir de
los noventa; en esta época y a
principios de los 2000 que el sector financiero sufre varias quiebras bancarias.
Durante el año 2000 y 2001 quebraron 4 bancos que representaron el 15% del PIB,
esto conllevo a un rescate por el gobierno al sector financiero para evitar el
riesgos sistemático adquiriendo varias entidades.
La debilidad institucional afecta
a la eficiencia del sector financiero al aumentar los costes ante su
repercusión en los niveles de incertidumbre, esto a su vez restringe el crédito
y aumenta su precio. La liquidación de activos de los bancos intervenidos por
el estado a inicio del 2000 presentaron varias anomalías que fueron expuestas
por la Contraloría General de la Republica de Nicaragua durante y en 2008 fue
puesto en duda la legalidad los bonos en circulación que se emitieron en
respuesta de la crisis bancaria repercutiendo negativamente sobre la
estabilidad del sector financiero.
El acceso a crédito es limitado,
en el año 2005 el sector financiero proporciono crédito equivalente a un monto
de 29,1% del PIB y el crédito a mediano y largo plazo es escaso (BM, IDA y IFC,
2007, pág. 10) .
La inestabilidad política y social incide en la decisión de préstamos de las
empresas y promueve restricciones al crédito de inversión hacia inversiones de
consumo. Esto puede incidir en la asignación del crédito que dirige la mayor
parte de los recursos hacia el crédito individual y crédito comercial con un
28,5% y 26,8% respectivamente (IMF, 2006, pág.
18) .
Otro elemento es el incremento de
emisión de deuda interna cuyos principales compradores son los bancos
comerciales que genera el efecto de desplazamiento de la inversión, de privada
a pública, representa el 18% del PIB. Esto puede generar distorsiones en la
asignación de inversiones hacia actividades no productivas y la exposición de
riesgo de impago del gobierno por su vulnerabilidad a shocks externos. El
sistema de garantía de depósitos asegura el 2% de los depósitos y ante una
crisis el país incurrirá en otro desequilibrio fiscal ante crisis bancaria. La
otra limitación al crecimiento del sector es la regulación sobre la tasas de
interés a las ganancias provenientes de los intereses de los depósitos es un
desincentivo hacia la intermediación financiera.
La fortaleza del sistema bancario
nicaragüense está estrechamente relacionada con las finanzas públicas por su
alta exposición de bonos de deuda interna. Esto hace que una política
macroeconómica prudente sea la política más recomendable para evitar una crisis
fiscal que desencadene una crisis bancaria. Esto expone la necesidad de mejora
en la regulación vigente del sector sobre solución de crisis bancarias para
evitar crisis sistémicas del sector.
Entre las reformas que se deben
realizar son la eliminación de la tasa impositiva sobre los ingresos de los
depósitos y reformas en el sistema judicial para mejorar la percepción de
corrupción y eficiencia gubernamental que inciden en la intermediación
financiera.